Jardín vs. Maceta: Ciclámenes

Para cultivar plantas de cualquier tipo es suficiente con tener unas macetas en un patio, una terraza o un balcón. Todo depende del tamaño de la planta y, por supuesto, del de la maceta.
Para todo esto lo principal es hacer uso del casi extinto sentido común: ¿Podemos tener árboles? Pues si lo que tenemos es una maceta y lo que queremos un roble o un haya nos estamos alejando del sentido común.
Lo que sí es diferente es lo que nuestra planta va a necesitar. Podríamos pensar en un bebé para entenderlo. Ninguno puede moverse solo e ir a coger lo que necesita. El bebé llora cuando algo no le gusta o le molesta, pero la planta no emite ningún sonido. ¿Cómo lo manifiesta? En forma de enfermedad o dejando de crecer como dios manda y al final, muriéndose (lentamente encima).
Es muy fácil saber si una planta está feliz o no. Basta con prestar atención a lo que dice -o muestra-.


En el jardín las plantas caen allí donde las hemos puesto, mejor o peor –y un tema del que ya hablaremos-. A veces parece que las han soltado desde lo alto y, otras, que han hecho el agujero con excavadoras.
Si la tierra es “buena” (cosa que se ve, antes de ponerse a civilizarlo, por las plantas espontáneas que han crecido alrededor).
A parte, necesitaremos agua en las primeras fases de plantación. Y, haciendo uso del fabuloso sentido común, usaremos el otoño para hacer esto, que es cuando llueve. Luego, las plantas germinan y así les da tiempo de formar una raíz en condiciones antes del siguiente verano.
Bueno, esto es la situación ideal, que no siempre se da.
Con las macetas partimos de algo artificial porque es un espacio hueco. Hay que rellenarlas de plantas y de tierra. El abanico que nos ofrece esto es amplio porque ya elegimos la planta que nos dé la gana y solo nos queda buscar la tierra que mejor le venga. Que es favorable que el clima sea el adecuado, se sobrentiende.
En el jardín solo podemos plantar lo que se da de forma natural en función del tipo de tierra y del clima. Podemos intentar ir contra esto, pero la batalla está perdida de mano.
Nos gustaría enseñar algo curioso que hacemos: la misma planta creciendo en una maceta y al aire libre.
En la maceta son más gordas y lustrosas porque la tierra en la que crecen se ha elegido para ellas, se ha mezclado la proporción de arcilla, humus y arena que necesitan y se ha regado cuando lo ha necesitado.
Las del jardín parecen más débiles pero se asemeja mucho más a cómo es esa planta en su hábitat natural (antes de ser seleccionada, cultivada y modificada genéticamente para los cultivares que se venden a la industria hortícola.
Gustar, nos gustan mucho más las variedades silvestres que las cultivadas.



Sentido común que el común de los mortales usamos pocas veces; muy interesante!!