Nuestra filosofía

¿Alguna vez os habéis planteado de dónde vienen las flores que consumís?

Las que se venden en las floristerías convencionales, pero que en realidad vienen en avión desde Sudamérica y África. Las mismas que aguantan 20 días intactas, mientras que si cogemos una flor en el campo se mantiene fresca mucho menos tiempo (ya que no están bañadas en químicos). Las que no tienen olor a pesar de venderse como frescas. Todas estas provienen de un mercado que vende flores artificiales como naturales.

¿Os habéis planteado las condiciones laborales de aquellos que las cultivan o cuantos químicos, pesticidas y alteraciones genéticas han sufrido para que lleguen en “perfecto” estado a vuestras casas y que se mantengan durante el tiempo exigido?

Nosotras lo hacemos y, por ello, queremos compartir con vosotros nuestra filosofía.

Entendemos que una flor debería ser natural, orgánica e incluso comestible si nos pica la curiosidad (abstenerse de venenosas) o, que si queremos hacer un baño de rosas, este no sea de fungicidas.

Ya puestos a hacer lo que más nos gusta, que es llenar los espacios de vida, los hogares de flores y que los perfumes naturales inunden vuestras casas, queremos hacerlo con flores nacidas y recogidas aquí, de kilómetro 0. Sin aportar más contaminación y apoyando un modelo responsable y de comercio justo, sostenible y en equilibro con el medio ambiente.

Nosotras no forzamos que las flores lleguen a ser así o asá. Son “imperfectamente” naturales: están vivas, no perfeccionadas para las exigencias del mercado y se les caen los pétalos cuando van pasando los días y su polen puede pintarte la punta de la nariz al olerlas. Queremos flores únicas, de temporada, con una frescura que llene la estancia y sin huella de carbono.

Y vosotros, ahora que sabéis de donde vienen las flores que consumís, ¿Qué flores queréis?

 
 

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