Ciclámenes 2. Macetas vs. Jardín

El ciclamen es una de las plantas más socorridas si queremos tener alguna flor en el jardín durante el otoño e invierno, siempre que no baje mucho la temperatura bajo cero; aguantan bien alguna helada, pero no si son muy fuertes ni prolongadas.

Son relativamente baratos, y los hay en una gama de colores muy amplia, del blanco al rojo. Merece la pena invertir en ellos porque nos van a dar muchos días de alegría hasta que llegue la primavera y empiecen a florecer los bulbos y arbustos.
Aunque hay muchísimas variedades cultivadas, los más comunes son los híbridos de Cyclamen persicum, son los que encontramos en los viveros en flor a partir de agosto.

De todas maneras, los que más nos gustan son los silvestres (No aquí): híbridos de Cyclamen purpurascens, que salen cada año de un tubérculo redondeado, cada vez mayor y con más flores; llegan a hacerse como un plato de tamaño. Se reproducen a través de semillas, y llegan a tapizar el suelo si les gusta el sitio, que debe ser lo que hay en el suelo de un bosque no muy cerrado.
Los híbridos que se compran ya en flor, para decoración, aguantan varios meses en flor. Hay que regarlos solamente cuando la tierra se seca, sin que estén nunca encharcados, y procurar no mojar las hojas ni las flores, sólo la tierra.
Cuando dejan de florecer, se pueden guardar de un año para otro, procurando que tengan reposo hasta el otoño siguiente, manteniéndolos secos y empezando a regar a finales de agosto. Lo mejor es plantarlos en el jardín bajo arbustos o árboles. Saldrán cada año, pero con menos flores.
Los que sobreviven mejor son los que más se parecen al original, los de color púrpura. Además, se resiembran con mucha facilidad si no arrancamos las flores marchitas.
Para que se mantengan en flor más tiempo, es importante arrancarles con cuidado las flores marchitas, y vigilar que no haya hojas ni capullos con hongos blanquecinos. Además, cuando se elijan hay que procurar que tengan muchos capullos.