Orquídeas

Nos han pedido que expliquemos cómo se cultivan las orquídeas.
Vamos a empezar simplificando mucho.
Hay muchísimos tipos de orquídea, pero los vamos a dividir en dos:
- Epifitas. No viven de/en la tierra. Son las que crecen en los troncos de los árboles o en rocas; las venden hasta en los supermercados pero son de los trópicos.
- Terrestres. Éstas sí. En una tierra especial a veces. Las que hay silvestres en nuestro país son de éste tipo.
Las primeras, por tanto, no se alimentan de lo que llamamos raíces, sino de unas raíces especiales, aéreas, y a través de los nutrientes que absorben por la superficie de las hojas. Por eso hay que tenerlas muy limpias, sin polvo, y con mucha luz, aunque nunca sol directo.
Las alimentaremos pulverizando las hojas con agua, a la que ponemos cada quince días un poco de fertilizante, o si tenemos, estiércol muy diluído.
Las segundas simplemente se riegan bien cuando la tierra esté seca. Si se pulverizan las hojas también mejor. Toleran algo de sol y pueden vivir en el exterior. De hecho les gusta mucho más, siempre que el clima sea suave.
1.EPIFITAS:



Las phalaenopsis son las orquídeas epifitas más comunes hoy en día.
Son las más fáciles de cultivar.
Las venden en cualquier lado, pero antes de comprarlas fijaos en que no tengan capullos secos y tengan las raíces aéreas sanas.
Si las hojas son grandes y tienen más de un tallo de flor, mejor.
También es interesante que tengan pocas flores abiertas y muchos capullos, durarán más en flor.
Aparte de lo que ya dijimos sobre las epifitas en general, es importante NO CORTAR LOS TALLOS YA FLORECIDOS, porque de ellos suelen salir nuevos tallos de flor, y sobre todo NO REGARLAS DEMASIADO.
Con las plantas de interior, en general, hay más bajas por exceso de atención que por defecto. Hay que regarlas cuando están secas, no más.
Y como a todos, lo que más les gusta cuando hace calor es una buena ducha -si, si, en la ducha- mojando bien todas las hojas y raíces.
Luego, olvidarse de ellas.
No solo hace calor en verano. La calefacción no les gusta nada.
Cuando llegan a casa, con esa flor tan bonita que traen de Ikea, hay que ducharlas para quitarles el susto, y empezar a abonarlas cada 10-15 días (Siempre hay que abonar y regar mientras tengan flor).
Cuando pierden las flores debemos dejarlas reposar si vemos que no están formando ningún tallo nuevo de flor.
En el momento en que empecemos a abonar, formarán nuevas raíces y luego capullos de flor.
Pero necesitan reposar entre una floración y la siguiente, así que hay que elegir. Por supuesto, si tienen signos espontáneos de querer seguir de juerga, entonces abono (Recordad: mejor pulverizado sobre las hojas).
Si no vemos signos de seguir floreciendo, dejadlas reposar unas semanas y luego empezar a regar y abonar cada quince días.
Recordad que son plantas tropicales que crecen sobre los troncos de los árboles o sobre musgo en las rocas. Es importante una temperatura templada, con una diferencia entre el día y la noche de unos pocos grados, y un grado de humedad constante.
Estas fotos las sacamos hace un mes en el Jardín Botánico de Madrid.
Son todas epifitas.
Y preciosas.

2. TERRESTRES:
Éstas son las que crecen sobre la tierra, sin hacer equilibrios de trapecista. Dentro de ellas vamos a distinguir entre las exóticas y las de casa.
De las que nos traen de fuera, la más común es el Cymbidium, muy fácil de encontrar.

Tiene una pega: es superfacil de cultivar en climas suaves al exterior, pero en climas donde hiela, y dentro de casa, es más complicado:
Le gusta la libre circulación de aire, estar al aire libre. No obstante la muchacha no soporta ni mucho hielo ni más de 30 grado. Nada le parece bien.
(Conclusión: clima de costa, y no en todos lados).
Más: para florecer, necesita que la temperatura baje por la noche a unos 10 grados, si no, no forma los capullos, aunque tenga tallos de flor.
Cuando se da todo eso, unido al necesario riego, abono, etc., nos regala unas flores preciosas (Para nosotras florece en noviembre exactamente, y dura hasta bien pasadas las navidades. No está nada mal).
Si las tenéis dentro de casa porque hiela en vuestro clima, una solución es sacarlas en cuanto no hiele y tenerlas fuera hasta que tenga capullos.
Meterlas en casa, en un sitio donde no haga calor, hasta que se pueda volver a sacar.
Es la orquídea que más recomendamos, porque es la más fácil de cultivar y se reproduce también con mucha facilidad: plantando uno de los pseudobulbos que forman las hojas, separado de la planta madre con algo de raíz, ya tenemos otra planta. También se puede dividir una grande en varias.
Las fotos que os ponemos son sin flor porque ahora no la tienen, mientras que el resto de orquídeas sí. Es un poco excéntrica.

La Bletilla es otra orquídea terrestre que no es autóctona, pero es facilísima de cultivar, aunque no le gusta el frío.
La suelen vender como bulbo y se reproduce con mucha facilidad. Sólo hay que plantarla en una maceta con tierra ligera (abundante materia orgánica -mantillo mejor que esa corteza que venden para orquídeas-, algo de estiércol y tierra de jardín).
El único inconveniente es que la flor dura poco tiempo.


Ahora entramos en el mundo de las orquídeas autóctonas.
Hay muchas, aunque algunas no son nada fáciles de ver y además están protegidas.
No se os ocurra arrancarlas, coger las flores ni molestarlas, que son escasas. Aquí os ponemos las más comunes, pero hay muchísimas más.
Éste es un asunto completamente diferente. Son menos vistosas, de acuerdo, pero tienen una belleza sencilla y asequible que las hace mucho más atractivas que sus primas las «vedettes tropicales».
Están en casa y se les nota.
Nada de sonrisas forzadas.




Estas son de las praderas riosellanas:


Y estas, praderas de Somió (Gijón):

Y estas en la zona de Villamanín: