El Cabo de Peñas es un lugar mágico (Si consigues no coincidir en él con varios autobuses), pero no vamos a contar cómo es el paisaje, para que vayáis a verlo. De lo que sí vamos a hablar es de la flora que lo puebla, porque es muy especial y conviene fijarse en lo que hay por el suelo aunque no sea nuestro mayor interés.
Lo especial del lugar se debe a que hay muy poca pluviometría, un viento constante y presencia de sal. Unido a la roca, y al tipo de tierra que hay en una capa fina, ácida, hace que parezca más una vegetación de chaparral mediterráneo que un rincón al borde del Mar Cantábrico.
Además, la presencia de especies que sí son propias de la garriga hace que sea más fuerte esa sensación, y las que son endémicas de la cornisa cantábrica, o más comunes por ahí,al estar continuamente azotadas por el viento, crecen achaparradas y enanas. Son irreconocibles con su disfraz de miniatura.
Andryala integrifoliaPlantas típicamente mediterráneas, que encontramos asomadas al Cantábrico.
CentaureaLas que os enseñamos a continuación son típicas de la cornisa cantábrica, siempre que el suelo sea tirando a ácido:
Daboecia cantabrica, Lithospermum diffusum y Ulex minorMás alejadas del acantilado crecen especies de pradera típicas de la cornisa cantábrica.
Scilla verna y Orobanche
Y las siguientes son fáciles de ver en los acantilados cantábricos:
Sedum Armeria maritima Euphorbia Beta vulgaris subsp.maritima (Acelga)Éstas ya son más raritas; fijaos bien cuando vayáis, porque algunas son endémicas (Sólo crecen en acantilados de la zona cantábrica):
Spergularia rupícola Narcissus cantabricus con Silene unifloraAl margen de cosas raras (Que, claro, sólo os ponemos las que están ahora en flor y son fácilmente reconocibles), lo que tiene valor en el lugar es la combinación de todas estas especies, el sitio donde están, y el colorido de los líquenes que manchan las rocas, fauna también especial, y sobre todo, ese mar…