Cardo borriquero

¿Cuántas historias conocen con Zeus como protagonista y con única intención de convertir a alguna mujer en su amante?¿muchas? Esta es otra y la protagoniza Cynara.
Con su pelo gris y sus ojos verdes y violetas llamo la atención del ‘padre de los dioses y de los hombres’. Se la llevo al Olimpo para convertirla en su amante, pero el papel de la querida no le hizo especial ilusion y, preocupada también por la salud de su madre, volvió a su casa. Con la furia de Zeus vino su venganza: su cuerpo se vio abrazado por escamas convirtiéndola en una alcachofa. Cynara es la planta de la que vienen los cardos y las alcachofas.

La familia de la alcachofa de huerta (Cynara) es una ganga. Es una planta super resistente, dificilísima de matar, aunque lo que menos le gusta es la humedad en la raíz, así que en sitios húmedos hay que vigilar el drenaje.




Lo obvio es la provisión para la despensa: el cardo y la alcachofa. Merece la pena conseguir buenas variedades, y de semilla también salen muy fácilmente si no encontramos turiones (Los brotes de a planta), que se suelen plantar en verano.
Después de cosechar, la planta sigue creciendo. Los capullos, que es lo que se come en la alcachofa, si no se recolectan se siguen desarrollando y aparece una flor espectacular, violeta y enorme, que queda preciosa en los jarrones.
Las hojas son también muy atractivas para decorar, plateadas y con una textura rugosa, parecen de fieltro. La alcachofa suele crecer hasta un metro como máximo, alo largo y ancho, pero el crdo se convierte en un monstruo de más de dos metros, así que cuidado con dónde se planta.
Eso sí, es una planta que no desmerece en cualquier jardín, con esas hojas enormes plateadas y las flores violeta.
En los ramos llama la atención. Necesitarás un jarrón de buen tamaño.
Aqui os dejamos varios ejemplos:


Los ramos en mayo, esta vez con hoja sobre todo

Y tambien pudimos disfrutar de sus hojas en marzo

Y en agosto presumiendo todas sus flores

Otra cosa que me hace gracia es la expresión ‘cardo borriquero’. Por lo visto en el siglo XIX en la capital española se referia a alguien poco agraciado físicamente. Le acompaña borriquero y nos hace ver sus espinas y su poca cooperación con el campo. Ademas de ser fea, no tiene ninguna gracia social. Una pena.